dijous, 13 de març del 2014

Blasfemia importada

No estaría bien hacer ruido, en esa primera noche de Marte, introducir un aparato extraño, brillante y tonto como una estufa. Sería una suerte de blasfemia importada. Ya habría tiempo para eso; ya habría tiempo para tirar latas de leche condensada a los nobles canales marcianos; ya habría tiempo para que las hojas del New York Times volaran arrastrandose por los solitarios y grises fondos de los mares de Marte; ya habría tiempo para dejar pieles de plátano y papeles grasientos en las estriadas delicadas ruinas de las ciudades de ese antiguo valle. Habría tiempo de sobra para eso.
Crónicas marcianas
Ray Bradbury
Junio de 2001, Aunque siga brillando la Luna