dijous, 13 de març del 2014

El espíritu de las cosas usadas

Si usted me pregunta si creo en el espíritu de las cosas usadas, le diré que sí . Ahí están todas esas cosas que sivieron algún día para algo. Nunca podremos utilizarlas sin sentirnos incómodos. Y esas montañas, por ejemplo, tienen nombres... Nunca nos serán familiares; Las bautizaremos de nuevo, pero sus verdaderos nombres son los antiguos. La gente que vio cambiar estas montañas las conocía por sus antiguos nombres. Los nombres con las que las bautizaremos las montañas y los canales resbalarán sobre ellos como agua sobre el lomo de un pato. Por mucho que nos acerquemos a Marte, jamás lo alcanzaremos. Y nos pondremos furiosos,¿y sabe usted que haremos entonces? Lo destrozaremos, le arencaremos la piel y lo transformaremos a nuestra imagen y semejanza.
Crónicas marcianas
Ray Bradbury
Junio de 2001, Aunque siga brillando la Luna

Blasfemia importada

No estaría bien hacer ruido, en esa primera noche de Marte, introducir un aparato extraño, brillante y tonto como una estufa. Sería una suerte de blasfemia importada. Ya habría tiempo para eso; ya habría tiempo para tirar latas de leche condensada a los nobles canales marcianos; ya habría tiempo para que las hojas del New York Times volaran arrastrandose por los solitarios y grises fondos de los mares de Marte; ya habría tiempo para dejar pieles de plátano y papeles grasientos en las estriadas delicadas ruinas de las ciudades de ese antiguo valle. Habría tiempo de sobra para eso.
Crónicas marcianas
Ray Bradbury
Junio de 2001, Aunque siga brillando la Luna