dimarts, 3 de gener del 2012

La tienda de antigüedades

-Seamos mendigos- repitió la niña rodeándole el cuello con un brazo-no tengo miedo de no encontrar de qué vivir, estoy segura de que lo encontraremos.  Cruzaremos los pueblos y dormiremos en los campos, debajo de un árbol, y no pensaremos nunca más en el dinero ni en caulquier otra cosa que lo ponga triste; pero descansaremos por la noche y el sol y el viento nos acariciarán la cara de día y daremos gracias a Dios en buena companyía. Nunca pondremos el pie en habitaciones oscuras ni en casas melancólicas, no, nunca más; caminaremos por donde nos guste y, cuando estemos cansados, usted se parará a descansar en el lugar más agradable que encontramos y yo iré a pedir limosna por los dos.